Chernobyl, a 30 años de la tragedia nuclear


El accidente nuclear de Chernobyl (1986) es, con diferencia, el accidente nuclear más grave de la historia de la energía nuclear. Fue clasificado como nivel 7 (accidente nuclear grave) de la escala INES, el valor más alto. Aunque es el mismo nivel en el que se clasificó el accidente nuclear de Fukushima, las consecuencias del accidente de Chernobyl fueron todavía mucho peores.

La central nuclear de Chernobyl se encuentra junto a la ciudad de Prypyat, a 18km de la ciudad de Chernobyl.


En el momento del accidente la central nuclear Chernobyl disponía de 4 reactores en funcionamiento y dos más estaban en construcción.

En el 9 de septiembre de 1982, tuvo lugar una fusión parcial de la base en el reactor nº 1 de la planta. Aunque debido al secretismo de la Unión soviética, no se informó a la comunidad internacional hasta en 1985. Se reparó y continuó funcionando.

El accidente grave se produjo en 1986, cuando explotó el reactor número 4. Posteriormente, a pesar de la gravedad del accidente y debido a las necesidades energéticas los reactores 1, 2 y 3 siguieron en marcha.

El reactor nuclear 2 de Chernobyl se cerró en el 1991, el reactor 1 en el 1996 y el reactor tres dejó de funcionar en el 2000.


Durante los siete meses siguientes al accidente, los restos del reactor nuclear 4 accidentado fueron enterrados por los liquidadores, mediante la construcción de un “sarcófago” de 300.000 toneladas de hormigón y estructuras metálicas de plomo para evitar la dispersión de los productos de la fisión nuclear. En principio, este sarcófago fue una solución provisional y debía estar bajo estricto control dada su inestabilidad a largo plazo, ya que podía producirse un hundimiento.

La recuperación de la zona del accidente y de los productos de limpieza ha dado lugar a una gran cantidad de residuos radiactivos y equipos contaminados, almacenados en cerca de 800 sitios distintos dentro y fuera de la zona de exclusión de 30 km alrededor del reactor nuclear 4 de Chernobyl.

Estos residuos nucleares se encuentran parcialmente almacenados en contenedores o enterrados en trincheras, pudiendo provocar riesgo de contaminación de las aguas subterráneas.

Se ha evaluado que el sarcófago y la proliferación de los sitios de almacenamiento de residuos representan una fuente de radioactividad peligrosa en las áreas cercanas, y algunos expertos de la NEA temían que el hundimiento del reactor accidentado ocasionara graves daños en el único reactor en funcionamiento hasta el 15 de diciembre de 2000, el reactor 3.


En la Conferencia Internacional de Viena, celebrada en abril de 1996, se concluyó que la rehabilitación total de la zona no era posible debido a la existencia de “puntos calientes” de contaminación, riesgos de contaminación de aguas subterráneas, restricciones en los alimentos y riesgos asociados al posible colapso del sarcófago, dado su deterioro en los años siguientes al accidente. Se apuntó que era necesario llevar a cabo un completo programa de investigación para desarrollar un diseño adecuado que constituyera un sistema de confinamiento seguro desde el punto de vista ecológico, evitando las filtraciones de agua de lluvia en su interior y evitando el hundimiento del sarcófago existente, lo que provocaría el escape de polvo radiactivo y de los restos de combustible nuclear (uranio y plutonio) al medio ambiente.

Actualmente, el sarcófago de concreto y acero que todavía está sobre el reactor número cuatro está ahora en un estado precario y un equipo internacional busca reemplazarlo en 2017.

Una vez el arco gigante de más de US$2.000 millones sea sustraído, empezará el trabajo de desmantelar y eliminar el desperdicio en su interior.


FotografíasJerzy Wierzbicki

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