El fotógrafo que muestra por qué no hay que avergonzarnos de nuestras raíces


Por Carla García

Somos lo que pensamos, decimos y hacemos pero también estamos conformados por nuestras raíces, esas que nos definen incluso antes de nacer. Negar dichas semillas es entorpecer el entendimiento del ser y del espíritu; avergonzarnos de nuestro origen es paralizar un fragmento del alma que, aunque a veces menospreciamos, nos hace únicos.

Diego Huerta, a través de fotografías, ha logrado capturar la esencia de distintos pueblos indígenas en los que colores, personas, sabores, texturas e incluso olores, narran años de tradición mejor que cualquier libro de historia. La captura de instantes reales, orgánicos y estéticos provoca orgullo.


“En Oaxaca pasa algo muy interesante: Existe una mezcla entre lo moderno y lo tradicional, entre el pueblo indígena y el pueblo mestizo que lucha por conservar esa parte indígena que le fue heredada“, explica el fotógrafo treintañero.

Dentro de Oaxaca es el título del proyecto que nace después de ser testigo involuntario de la Guelaguetza.

Impactado por rostros llenos de experiencias e historias, colores cargados de vida y bailes que hacen danzar el alma con su música, fue que Huerta supo que su ahora meta, era documentar dichas tradiciones y costumbres para acercarlas a todo el mundo.

Su propósito es generar consciencia sobre el alto grado de discriminación en nuestro país hacia lo indígena y la falta de reconocimiento a su dignidad. Pretende erradicar la ignorancia y la desinformación para sembrar un sentimiento de orgullo y reconocimiento hacia nuestras raíces que, nos guste o no, marcaron lo que somos e influyen en lo que seremos.

Oaxaca es gente amable, mares embravecidos y tierra caliente, sólo una porción de la diversidad que existe en México. 

La cultura mexicana está llena de brillo, color y fuego que incendia los sentidos a través de sus tradiciones, danzas y música. 

Somos parte de años de cambios, de evolución: sangre guerrera corre por nuestras venas, cabellos como plumas de Quetzal enmarañan nuestra identidad y fortaleza divina nos envuelve ante la adversidad, solamente debemos recordarlo y aceptarlo; enorgullecernos de nuestra historia pasada y comprender que nuestro futuro también está en ella.

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