Por: Christian Becerra
Hay quienes dicen que el arte siempre encuentra la forma de nacer, y que utiliza a los artistas como el medio para hacerlo, incluso en las formas más extrañas.
A Sam, quien se hace llamar AmsterSam, el arte lo encontró cuando tomó la forma de un charco y desde entonces el fotógrafo se volvió adicto a los reflejos y en un buscador constante de espejos, charcos, vitrinas y letreros.
Pocos se imaginarían que el multipremiado fotógrafo pasó más de diez años de su vida en una oficina, con un trabajo y vida promedio como cualquier holandés, y con una rutina abrumadora; al menos para un artista de este calibre.
Pocos se imaginarían que el multipremiado fotógrafo pasó más de diez años de su vida en una oficina, con un trabajo y vida promedio como cualquier holandés, y con una rutina abrumadora; al menos para un artista de este calibre.
Cuando las cámaras llegaron a los teléfonos celulares, Sam era un fotógrafo amateur, pero gracias a este nuevo gadget, descubrió una característica de la fotografía que le daría el éxito...
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