Por qué en Japón las mujeres no entran solas al último cubículo en los baños



Por Alejandro Arroyo Cano 

Ante los múltiples eventos que no alcanzan ser explicados por la ciencia, los humanos sienten la necesidad de ordenar y explicarlos con el fin de evadir la angustia y el miedo que provoca lo desconocido. Así se crearon los mitos y las leyendas, dos enormes géneros narrativos que han perdurado a través de los siglos, albergando increíbles historias que aún parecen insólitas, tenebrosas y siniestras, pero por el simple hecho de existir ya tienen algo de veracidad en su contenido.

El filósofo Friedrich Schiller dijo que lo siniestro es lo que debe permanecer oculto, pero por algún motivo sale a la luz. Siguiendo sus palabras, en la sociedad de Japón hay algo siniestro que atormenta a sus habitantes y que poco a poco está acabando con la tranquilidad de sus mentes. La leyenda dice que en el último retrete de los baños públicos femeninos habita una espíritu que mata a todas sus visitantes de las maneras más crueles posibles.

Lo nombraron Aka Manto, que en japonés significa capa roja, pues las personas que lo han visto y han logrado escapar de sus garras dicen que esa es su vestimenta característica. Dicen que aquel espíritu fue una joven que vivió una constante humillación en la escuela. Ahora que está muerta, ella está decidida a desquitar todo el dolor que sufrió en vida con las jovencitas que entran al último retrete del baño.

La leyenda cuenta que una vez dentro del retrete, se escuchará una oscura voz que pregunta: “¿Papel rojo o azul?”. Tras haberse expresado la pregunta aparecerán dos rollos de papel pintados de dicho color. Si la persona escoge el rojo, Aka Manto aparecerá y matará a la personas. Dicen que arrancará su piel poco a poco para que la víctima pueda sentir el dolor mientras muere desangrado.

“Lo único que revela la leyenda de Aka Manto es que los japoneses tienen una increíble fijación distorsionada por la sexualidad femenina, pues a la mujer la encierra un halo de tortura, muerte y perversión”.

Si la mujer escoge el papel de color azul, el espíritu cortará las piernas de las persona para que le sea imposible moverse y muera sobre su propio charco de sangre en el piso. La leyenda dice que no hay escapatoria de ningún modo, pues si se evade la pregunta, Aka Manto sale a matar. Si se escoge otro color se abrirá un agujero en la pared y unas manos blancas arrastrarán a la víctima hacia una absoluta oscuridad. 

Sabiendo esta información, las chicas que entran en el último retrete por alguna razón y comienzan a escuchar la siniestra voz, salen corriendo del lugar, pero en la entrada se encuentran al temible ser de la capa roja que les obstruye el paso y las aniquila en el momento. Algunas personas dicen que la única forma de evadir a esta asesina –aunque no siempre funciona– es contestar tranquilamente que el papel no es necesario. Si el espíritu está de buenas, simplemente se irá sin causar algún daño.

Como se puede notar, la leyenda japonesa de Aka Manto puede sonar como una historia absurda, irracional e imposible. Aceptar que existe el espíritu de una mujer que sólo se aparece al fondo de los baños femeninos, presente papeles de baño de colores y que al final mate a la persona, sería como transgredir contra todo el conocimiento genuino que ha generado la raza humana. Y a pesar de todo, los japoneses se ponen a temblar cada vez que escuchan estos relatos.

Ante este pensamiento colectivo irracional, lo único que se puede hacer es tratar de entender las razones por las que Aka Manto existe y asombra a los japoneses. Como dije en el principio, lo siniestro es lo que debería permanecer oculto y por algún motivo sale a luz. Schiller nunca dijo que lo que estaba oculto fuera malo o bueno, tampoco dijo lo revelado causaría consecuencias positivas o negativos.

“En la sociedad de Japón hay algo siniestro que atormenta a sus habitantes y que poco a poco está acabando con la tranquilidad de sus mentes”.

Lo siniestro aquí no es Aka Manto, porque es evidente que este ser no existe, sino la necesidad de la cultura japonesa por crear en el imaginario colectivo una figura de muerte. Aplicando un poco de teoría psicoanalítica que posteriormente realizó Freud partiendo del mismo Schiller, estas imágenes que debían permanecer ocultas pero salen a luz podrían tomarse como un síntoma de la salud ideológica de la sociedad japonesa.

Lo único que revela la leyenda de Aka Manto es que los japoneses tienen una increíble fijación distorsionada por la sexualidad femenina, pues a la mujer la encierra un halo de tortura, muerte y perversión. Esta violenta predicción social es reafirmada por todos sus habitantes al seguir fomentando e inculcando el horror a todas la jovencitas. Lo que es verdaderamente siniestro es que la sociedad de Japón tenga le necesidad de crear estar leyendas para darle orden a sus vidas.

Hay una increíble paradoja en la cultura japonesa. Por un lado se jactan de ser las personas más inteligentes de la Tierra y por el otro son creadores de los 7 programas más extraños de la TV. Al parecer los japoneses están luchando contra sí mismos, entre una imagen que quieren aparentar y un terror profundo por no distinguirse. 


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