Las guerras más absurdas de la historia


Por Alejandro López

Desde el principio de la historia, la humanidad aprendió a resolver sus diferencias a través de los movimientos armados y la explotación del hombre por el hombre. En cada organización social, una clase con el control político y poder suficiente se ha impuesto por encima de la otra, repitiéndose en distintas circunstancias y épocas. 

Como si no fuera suficiente con la naturaleza de los actos bélicos, algunas acciones de “inteligencia” militar han sido especialmente absurdas y demostrado una y otra vez la estupidez humana ante la diversidad de pensamientos, creencias y formas de comprender al mundo. 

Guerras iniciadas por árboles y cerdos o finalizadas por un grupo de felinos son sólo algunas de las hostilidades que demuestran de mejor forma cuán patética resulta la destrucción del hombre por él mismo. Conoce la serie de pequeños desacuerdos que terminaron por convertirse en las guerras más absurdas de toda la historia.

El triunfo felino

Es bien sabido que los antiguos egipcios adoraban a los gatos, porque relacionaban su figura con la diosa Bastet y por lo tanto, creían que cada felino era una representación de la deidad femenina. Durante la batalla de Pelusium, los persas idearon un plan para derrotar al ejército egipcio con las menores bajas posibles: el rey Cambises II envió a sus soldados a capturar todos los gatos posibles y mientras algunos eran lanzados en catapultas, la milicia llevaba consigo al resto de los mininos. Cuando los más de cincuenta mil hombres del Faraón vieron como eran tratados los gatos, cedieron la ciudad sin ofrecer resistencia alguna.

La ciudad falsa

Mientras la Segunda Guerra Mundial recrudecía en bombardeos e invasiones, el ejército británico decidió dar un puesto especial a Jasper Maskelyne, mago conocido por sus trucos de ilusionismo. Una de las prioridades británicas estaba en Alejandría, pues el puerto era una ubicación estratégica por el combustible y entrada desde África al viejo continente. Ante los constantes bombardeos aéreos alemanes, Jasper ideó un plan para construir una réplica de Alejandría a cinco kilómetros de distancia del sitio original, con faros reales diseñados para apagarse cuando los bombarderos fueran divisados en el aire. Increíblemente, la estrategia funcionó y los germanos nunca pudieron entender cómo se reconstruía la ciudad tan rápido.

La guerra por el cerdo

A mediados del siglo XIX, ingleses y estadounidenses disputaban el territorio del pequeño archipiélago de San Juan, cuando Lyman Cutlar, granjero norteamericano que resguardaba su cosecha de papas, vio a un cerdo cruzar sobre el sembradío de su propiedad. Entonces tomó un rifle y fulminó al porcino, cuyo dueño era británico. Las autoridades inglesas trataron de amedrentar al hombre y exigirle un pago exagerado, por lo que su contraparte estadounidense entró a defenderlo. El conflicto creció exponencialmente cuando Cutlar fue encerrado en un establo y el gobierno americano envió cuatrocientos soldados a liberarlo con 14 cañones cargados. Los británicos respondieron con una ofensiva de más de dos mil hombres, cinco buques de guerra y más de 50 cañones. Mientras esperaban que el contrario abriera fuego, la situación se enfrío hasta que Alemania entró de intermediario y concedió la soberanía definitiva a los Estados Unidos.

El árbol que inició una guerra

En plena Guerra Fría, los aliados estadounidenses mantenían posiciones en Corea del Sur y resguardaban la frontera con su contraparte del norte, construyendo puestos y avanzados en caso de una hipotética invasión norcoreana. Frente a uno de esos puestos, un enorme árbol se alzaba apenas unos centímetros del lado de Corea del Norte e impedía la visión del puesto de vigilancia. Los estadounidenses enviaron a un par de hombres para podarlo y mientras talaban con un hacha, los enemigos abrieron fuego iniciando con las hostilidades. Estados Unidos respondió enviando un portaaviones a la costa y con cazas sobrevolando la zona, mientras los norcoreanos movilizaron cientos de efectivos a la frontera. Al final, ambos países lo pensaron dos veces y acordaron podar el árbol para evitar un conflicto mayor.

La guerra más breve de la historia

En 1896, después de la muerte del sultán Hamud ibn Thuwaini, su primo Khalid ibn Muhammad subió al trono ante la negativa de los ingleses. Después de un ultimátum ignorado por el sultán de Zanzíbar, los británicos decidieron movilizar a una flota de tres cruceros y un par de buques de guerra con más de mil hombres para buscar la abdicación de Khalid; sin embargo, los africanos decidieron hacer frente y mantenerse firmes en su decisión. A las nueve de la mañana, el Reino Unido inició un bombardeo sobre el Palacio de Gobierno, quedando reducido a añicos en menos de diez minutos sin ninguna resistencia. Inmediatamente, las milicias se enfrentaron y los ingleses resultaron ilesos en el primer choque, mientras los zanzibarianos perdieron a más de 500 efectivos. 38 minutos más tarde, Khalid huyó al exilio y el conflicto armado se zanjó con su derrota.


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