Por: Equipo eme
Lo que una madre o un padre menos quieren para sus hijos lo pasen mal.
Hay cosas que son inevitables y que los niños deben vivir en su camino a la madurez, pero que sean molestados gratuitamente es algo que provoca enojo, impotencia y, también, tristeza.
Es lo que hoy se conoce popularmente como bullying, y que puede ser descrito como la intimidación física y verbal que sufren algunos niños y jóvenes en el colegio. Se trata de una especie de acoso constante que es ejercido en contra de quienes, de alguna u otra forma, se diferencian de sus compañeros, y tienen dificultades para defenderse o se muestran sumisos debido a una baja autoestima e inseguridad.
Mercy Iriarte, psicóloga de Clínica Vespucio, explica que la intimidación puede ocurrir en diversos lugares, como la calle o el parque, pero principalmente está relacionado con el entorno escolar.
“Se trata de dinámicas de abuso de poder, en las cuales una persona humilla a otra para sentirse superior, valiéndose de todo tipo de herramientas de agresión como burlas, insultos y maltratos físicos”, afirma.
El problema es que muchas veces las víctimas esconden la situación y los padres saben que son objeto de bullying recién cuando se hace insostenible para el niño y éste, de alguna manera, explota.
En este sentido, la psicóloga enumera 8 actitudes o síntomas que los padres pueden tomar como una señal de alarma:
1.- Alteraciones del sueño
2.- Trastornos de alimentación
3.- Irritabilidad
4.- Depresión
5.- Ansiedad
6.- Dolor de cabeza
7.- Falta de apetito
8.- Pensamientos destructivos, como el deseo de morir
¿Qué hacer?
“Lo principal es observar al menor y dialogar con él, porque a veces las víctimas tienen tanto miedo que no se atreven a contarlo en casa o se avergüenzan de ello”, advierte Iriarte.
Una vez corroborado que el niño es víctima de bullying, la psicóloga entrega los siguientes consejos:
1.- Mantener la calma y no demostrar preocupación frente al niño. Él tiene que ver determinación y positivismo en el rostro de los padres.
2.- No esperar que el hijo resuelva solo la situación y, mucho menos, con violencia. Se deben fomentar, en cambio, valores como la responsabilidad y solidaridad.
3.- Trabajar conjuntamente con la escuela para resolver el problema de forma inmediata.
4.- Evitar que en casa hayan gritos, golpes o insultos. Se debe recordar que los niños son un reflejo de lo que viven en casa.
5.- Enseñarle a los hijos a controlar sus emociones e impulsos.
6.- Relacionarse y conocer a los amigos de los hijos.
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