Maquillaje letal: productos de belleza que se usaban y podían causar la muerte




Por: Noelia Farias

A lo largo de la historia las mujeres han recurrido a diversos productos de belleza, pero lamentablemente no siempre se pensaba en la salud de la mujer a la hora de crearlos. Algunos productos que se usaban hace cientos de años eran altamente tóxicos (incluso letales).

En otros tiempos no existía ningún tipo de regulación. Hasta principios del siglo XX, la mayoría de los países no tenían leyes que regularan los contenidos de los productos. Tampoco había procedimientos rigurosos de prueba para asegurarse de que las sustancias usadas no eran peligrosas para la salud. Tanto es así que muchas mujeres murieron por usar productos tóxicos.

Delineador de ojos tóxico (Antigua Grecia y Egipto)   

Las mujeres de la antigua Grecia y de Egipto usaban productos de belleza con antimonio, una sustancia química altamente tóxica. Se usaba como un cosmético para ennegrecer las cejas y las pestañas.

El antimonio utilizado de esa manera pudo no haber sido totalmente venenoso. Un estudio realizado sostuvo que el uso de productos a base de plomo alrededor de los ojos, en una civilización antigua, puede haber aumentado las respuestas inmunes de los usuarios. De esa maneras los ojos producirían más óxido nítrico en respuesta a niveles de plomo altos.

Sin embargo, el antimonio presenta muchos riesgos para quienes se exponen a él, como problemas en la piel, en el tracto digestivo y la respiración, entre otros efectos adversos para la salud.

Maquillaje a base de plomo (siglo XVI - XIX)

El maquillaje a base de plomo fue muy popular desde el reinado de Isabel I hasta el siglo XIX. El producto era conocido como «cerusa veneciana», «espíritu de Saturno» o simplemente «cerusa». Se hacía disolviendo plomo blanco en vinagre para crear una sustancia que se aplicaba a la cara como una máscara. El litarge de oro, un polvo de óxido de plomo, también fue popular en el siglo XVII como un polvo para la cara.


En el siglo XVIII, el uso de la cerusa estaba muy extendido en la nobleza de Europa. Los productos de cosmética no estaban dirigidos sólo a mujeres. Tanto hombres como mujeres aspiraban a una tez blanca y suave. Se cree que el envenenamiento por plomo ha causado la muerte de muchos. María Gunning, la condesa de Coventry, murió en el siglo XVIII a los 28 años, muchos creían que fue debido al uso de cerusa.

Depilación con veneno (siglo XIX - principios del siglo XX)

En los últimos años del siglo XIX se produjo la breve moda de usar acetato de talio como método de depilación. El químico se utilizó como una crema depilatoria comercializada a las mujeres para la eliminación del vello corporal.

El talio es intensamente tóxico, de hecho era frecuente su uso como veneno para matar ratas. El escándalo que hubo sobre una crema de depilación con acetato de talio, Koremlu, fue una de las primeras acciones contra la venta de productos tóxicos. En los años 20 y 30, después de una serie de incidentes horribles, el talio fue reconocido como un producto tóxico.

Obleas de arsénico para la piel (siglo XIX)

En la clase alta del siglo XIX, en EE. UU. y Europa, se consideraba como sinónimo de belleza una piel pálida y ojos grandes. Los productos utilizados hacían que las mujeres parecieran enfermas y así era como querían verse.

De hecho, la cantidad de veneno ingerido por las mujeres victorianas, en la búsqueda de este aspecto, era también una búsqueda hacia la muerte (las mujeres de esa época sabían que estaban usando e ingiriendo productos químicos tóxicos, pero no les importaba).

Una de las consecuencias más peligrosas de esta moda de piel blanca y mejillas rosadas fue el uso de cosméticos con grandes dosis de arsénico, siendo las obleas de arsénico para la piel las más frecuentes en comercializarse. Estas obleas prometían remover espinillas y limpiar la cara de manchas solares.

A las mujeres de otras épocas ser parte de la moda podía costarles fácilmente la vida. Pero ¿qué tanto hemos avanzado? ¿Sabemos con exactitud que nos estamos poniendo en nuestra piel? ¿Acaso no existen muertes por querer pertenecer a un estándar de belleza?



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