Ortorexia y otras enfermedades causadas por la obsesión de comer sano




Por: Rodrigo Ayala 

Las obsesiones pueden llegar a ser ridículas, impresionantes o peligrosas.
Hay quienes lo dan todo por tener un muñeco más de Pokemón, una figura más de Star Wars, un disco más de Pink Floyd, un ejemplar más de “El Quijote”, una película bélica más o una playera más de su equipo favorito. Algunos viven obsesionados con coleccionar la mayor cantidad de cómics posible o por tener guardados como su tesoro más grande algunos objetos de la Segunda Guerra Mundial. Los coleccionistas obsesivos son una especie muy peculiar que habita el planeta en mayor medida de lo que podríamos llegar a pensar.

Otras personas deciden enfocarse en su cuerpo como su máxima obsesión hasta el punto de tocar aspectos delicados como comprometer su salud. En años recientes han surgido algunas obsesiones por el aspecto físico y la comida que han comenzado a preocupar a los estudiosos de la mente, la medicina y la alimentación. La ortorexia es una de ellas. Dicha palabra se refiere a la obsesión por comer alimentos totalmente puros, naturales y nutritivos. Algunos mencionan que es una especie de anorexia en la que la persona no se restringe de alimentos, todo lo contrario, los consume, pero siempre con la consigna de que sean lo más sanos posible. Así se aseguran de guardar la salud, conservar un peso ideal y lucir en perfecto estado físico. 

El primero en detectar esta tendencia como una enfermedad fue el doctor de los Estados Unidos Steven Bratman en 1997. Se percató de que determinadas personas mostraban una preocupación excesiva por las cantidades de alimentos que llevaban a su estómago, por la calidad de lo que comían y por la mejor manera de prepararlos.

Los ortoréxicos a menudo se recriminan la ingesta de azúcar, un caramelo o un refresco. Para ellos es impensable incluir este tipo de alimentos a su dieta, pues aparte de no ser nutritivos, contribuyen al aumento de peso, aunque los prueben en cantidades mínimas. Suelen rechazar la carne por la cantidad de hormonas que contienen, las grasas por el peligro de subir de peso y así van enumerando las consecuencias de comer determinado alimento. Al final, se privan de casi todo al considerarlo indebido o peligroso.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que este padecimiento es más frecuente en países occidentales. Cerca de un 28 % de los habitantes de esta zona del mundo padecen ortorexia. Más allá de tratarse de un problema psicológico, otros factores intervienen para la aparición de esta enfermedad: la publicidad que promueve los cuerpos esbeltos, algunas cuentas de redes sociales que instan a una alimentación raquítica y demás procedimientos que han hecho que algunas personas se obsesionen con la idea de llevar una alimentación en extremo saludable aunque eso implique la posibilidad de perjudicarse más que beneficiarse.

Mientras la ortorexia afecta principalmente a las mujeres, los hombres, en cambio, tienden a padecer en mayor medida de vigorexia. Esto se refiere a una percepción errónea del cuerpo en el que la persona se ve mucho más delgada cuando en realidad no lo está. De hecho, quienes padecen vigorexia tienen cuerpos atléticos, bien constituidos y viven obsesionados con subir tallas para verse más fornidos. Aumentan su índice de carbohidratos e incorporan una gran cantidad de proteínas a su alimentación.

Los expertos mencionan que, en parte, este mal es consecuencia de los mismos mensajes publicitarios que abogan por un estilo de vida saludable y a la creciente tendencia de lucir cuerpos esculpidos, vigorosos y atléticos. Muchos hombres comienzan a obsesionarse con lucir fuertes, con lograr una apariencia que les asegure ser el centro de atención de las mujeres u ofrecerle a su pareja una sensación de fortaleza que la haga sentirse segura a su lado. No en vano, la vigorexia ha sido llamada también dismorfia muscular o complejo de Adonis.

El vigoréxico vive constantemente preocupado por las calorías, la composición de los alimentos que consume e incluso llega a obsesionarse con los complementos alimenticios que le harán ganar aún más masa muscular. Su vida comienza a regirse bajo los estrictos códigos del ejercicio excesivo y una alimentación netamente enfocada no en disfrutarla sino en conseguir un cuerpo cada vez más musculoso.

La vida actual rinde un culto, la mayoría de las veces exagerado, al bienestar físico. Así es como la imagen y la autopercepción de las personas más sensibles a este modelo de vida determina su grado de felicidad. Esto no quiere decir que sea malo llevar una vida sana. Todo lo contrario: es fundamental hacerlo pero de forma equilibrada, sin alterar la salud y sin que en el proceso se vea comprometida la felicidad de la persona.

Cuando la obsesión comienza a invadir la vida de los pacientes aquejados por estos trastornos emocionales es cuando se debe hacer un alto y reflexionar sobre lo que se está haciendo y los daños que se infligen al cuerpo.


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